En él hemos ido escribiendo nuestros miedos.
De uno en uno hemos buscado una página vacía y hemos escrito (a nuestra manera) nuestro miedo.
Después, con mucho cuidado lo hemos cerrado y hemos recitado esta retahíla mientras pasábamos la mano por encima.
triqui tri
triqui tra
tra, tra tri
que este miedo
se vaya en un monopatín
Una vez finalizado lo golpeábamos una vez.
Sorprendentemente, las páginas escritas del libro han desaparecido. Todos hemos supuesto que quizás los miedos también se hayan ido. Repentinamente hemos aplaudido de forma espontánea ante la noticia.
Es una idea buenísima la de "El libro de los miedos". Genial para que los y las peques aparquen sus miedos.
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