No solo la hemos tocado, sino que también la hemos olido, la hemos escuchado y la hemos sentido.
Pero lo más divertido ha sido cuando hemos descubierto que podemos comérnoslas, sacando la parte blandita de la nuez.
Las primeras fueron rotas por la maestra con las manos, apoyando y apretando una nuez sobre la otra ejerciendo mucha fuerza, como una superheroína.
Para las siguientes y con mucho cuidado utilizamos piezas de madera de nuestros juegos.
Incluso alguno ha intentado romper la nuez con el píe.
¡Os podéis imaginar cómo ha quedado la clase al finalizar la actividad!
Llena de trocitos de nueces
Trozos grandes, pequeños, diminutos
Y una sensación de deslizamiento por todo el suelo.
No son buenos compañeros el aceite de la nuez con la baldosa y la suela de plástico de algunos zapatos. Algunos , parecían que tenían patines en los pies.
¡La diversión ha estado garantizada!
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